#REM70 [Feat. ArchiNOIR]

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So, apparently -and because they directly told me so- the guys from ArchDaily are up for celebrating Rem Koolhaas’s 70th birthday, which seems to be today. They made an online request “to post video and/or visual tributes to Rem to your social media accounts using the hasthtag #Rem70″. I’m still trying to figure out how anyone would think anything I could do would honor him in any way; but, just to join the party, here you have the cartoon and text published in my “ArchiNOIR” section in Arquine #68: Fundamentales. In their pristine, Spanish translation. Alternatively, you can check another take -in English- on the same subject, in my contribution to CLOG: REM. More on that later.

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“La Bienal de 2014 tratará sobre arquitectura, no sobre arquitectos.” Koolhaas lo ha vuelto a hacer.” Apenas pronunciaba esta frase, todos los medios -las redes sociales, blogs, pero también las versiones online de los periódicos- se dedicaban a hablar, no sobre la Biennale, sino sobre Rem Koolhaas. Pocos días después -no hace falta más que entrar en google para comprobarlo-, “Fundamentals”, la decimocuarta edición de la  Biennale de Venecia, había pasado a ser “La Bienal de Koolhaas”. Bien jugado.

Koolhaas retomaba así la estrategia de Josep Antoni Coderch cuando pronunció su falsa proclama de que “no son Genios lo que necesitamos ahora”. Con este sencillo gesto, Coderch, bastante seguro de su propia genialidad, se posicionaba así automáticamente en el imaginario de los que lo escuchaban como el último de esa raza, en una especie de premonición de aquella escena de “La Vida de Brian” en la que un desesperado Graham Chapman gritaba a la multitud “¡Yo no soy el mesías!”, sólo para escuchar a John Cleese replicar “¡[s]ólo el verdadero mesías niega su divinidad”!  -“No hablemos de arquitectos”, dice Koolhaas. -“¡Hablemos de él!”, responden los arquitectos al unísono.

Lo cierto es que Rem Koolhaas, mucho más que el más modesto (en escala, que no en personalidad) Coderch, lleva décadas trabajando sostenidamente su condición de mesías de la arquitectura, de Le Corbusier del nuevo milenio (hasta el punto de construir su propia Ville Savoye en las afueras de París a principios de los 90). Y vista la unánime fascinación por su figura, su éxito parece indiscutible. Por eso la declaración de intenciones de la nueva Bienal suena tan doblemente falaz: Si la renuncia a hablar de arquitectos per se le asegura ser la única estrella de su propio show, la decisión de focalizar la bienal en el análisis de “los elementos fundamentales de nuestros edificios: el suelo, la pared, el techo, la ventana, la fachada, el balcón, el pasillo, la chimenea, el aseo, la escalera, la escalera mecánica, el ascensor, la rampa…” no goza de demasiada credibilidad en boca de un arquitecto abiertamente interesado en otros aspectos de la arquitectura que no son los físicos ni los constructivos -con la evidente excepción del ascensor y la escalera mecánica. No es la primera vez que hace esto: hace ahora cinco años, Koolhaas volvía a Harvard, tras su notable ausencia en la época Altshuler, para dar una conferencia en el simposium “Ecological Urbanism”, organizado por Mohsen Mostafavi. Y lo hacía con una charla sobre sostenibilidad -recordemos que en aquella época se encontraba terminando la sede del CCTV en Beijing- digna del mejor copypaste de wikipedia, que dejó a los asistentes con la duda de si hablaba en serio o les tomaba el pelo. Tres años después, repetiría estrategia y lugar con una nueva conferencia, “Current Preoccupations”, centrada esta vez entre otras cosas en (ver para creer) el campo y la conservación del patrimonio.

Resulta difícil, en este contexto, no recordar aquella ocasión en la que, casi en un (¿premeditado?) desliz, Koolhaas admitía ante Katrina Heron que “[h]ay una enorme, deliberada y -creo- sana discrepancia entre lo que digo y lo que hago.”[i] Y en el caso del bueno de Remment, esta cita casi parece confundirse con aquella otra de Benavente: “Bienaventurados nuestros imitadores porque de ellos serán nuestros defectos.” Koolhaas juega ciertamente a la confusión, y si bien el “estilo OMA” lleva siendo imitado incansablemente por las generaciones jóvenes desde mediados de los 90, esta imitación superficial no hace sino contribuir a la construcción de la leyenda de Koolhaas, favorecido por la comparativa de la copia y el original. El juego de Koolhaas es decididamente difícil de  imitar, hasta el punto de instalar en nosotros la duda de si hay algo de cierto en lo que dice, o todo está cuidadosamente planificado.

En “Current Preoccupations”, en la que presentaba el por aquel entonces recientemente publicado Project Japan, Koolhaas, admirador confeso de los metabolistas, lamentaba la pérdida del ‘aura mediática’ que los arquitectos aún disfrutaban en los tiempos de Kikutake: Hoy en día, los arquitectos han incrementado su presencia pública, a cambio de una pérdida de credibilidad. Es difícil estar en desacuerdo con esto, si bien el argumento de Koolhaas -que ningún arquitecto había aparecido en la portada de TIME después de Phillip Johnson en 1979- resultaba un tanto insípido, un poco demasiado pro-establishment para OMA, y francamente en discordancia con el leit motif de la subsiguiente Biennale: arquitectura frente a arquitectos. Del mismo modo, resultaba divertido escuchar a Koolhaas quejarse de la caricaturización que viene aparejada a la ubicuidad mediática de los arquitectos, habida cuenta de su papel en la postmoderna recuperación de la sátira como herramienta para la (de)construcción del discurso arquitectónico. “Siempre se escribe sobre la arquitectura como una disciplina seria (…) debemos liberarla de esta presión constante de la seriedad… [c]reo que [aún] hay vida en la arquitectura…”, dice en su discurso para la Biennale.

Es por ello que cuesta no ver todo esto como una inmensa orquestación. Coincidiendo con la inminente inauguración de la exposición OMA/Progress en el Barbican Centre de Londres, Dezeen mostraba dos vídeos en los que el propio Rem-the-Man, ofrecía, visiblemente -o aparentemente- incómodo, un improvisado tour por los espacios de la misma, aún sin terminar. Con ello, ofrecía también al espectador el placer de disfrutar de la domesticidad ‘backstage’ que estos vídeos exhalaban, mirando fugazmente a la cámara mientras caminaba apresuradamente por salas aún  medio vacías ofreciendo descripciones entretenidamente parciales y torpes de los proyectos allí exhibidos. Pero incluso este deambular nervioso, que puede en último término contribuir a la empatía del espectador con el difícil personaje, no hace sino contribuir al halo de misterio que lo rodea, mostrando a un Koolhaas que no acertamos a decir si resulta frágil o despectivo en su desapasionada, incómoda prisa por acabar cuanto antes; la misma estrategia, en el fondo, que sus cuidadosamente descuidadas conferencias,  una suerte de material ‘en bruto’ que parece expresamente diseñada para evocar el aura de autenticidad de la descarnada, entre espartana y decadente aproximación al diseño de OMA[ii]. Por supuesto, es difícil distinguir lo que es real de lo que es una mera actuación, pero Koolhaas ganó en el momento en que consiguió instalar la duda permanente en su público, generando para sí mismo una imagen de gran manipulador que no hace sino cultivar su dimensión legendaria.

¿Caricaturas? ¿Críticas aceradas?…

En el fondo, trabajamos para él.

[i] “There is an enormous, deliberate, and – I think – healthy discrepancy between what I write and what I do.” Heron, Katrina: ‘From Bauhaus to Koolhaas’ en Wired nº 4.07, Julio de 1996.

[ii] Ver Rose Etherington: “Rem Koolhaas on OMA/Progress”, en Dezeen, 7 de Octubre de 2011.

Fundamentalmente, Yo: REMdamentals: La Biennale de Koolhaas y la construcción continua del propio mito. Arquine #68: Fundamentals, June 2014.

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